jueves, 24 de marzo de 2016

PEQUEÑA VENECIA, territorio Wayúu



Basado en una historia de Miguel Curiel
1. 

LOS ESPAÑOLES NO CONQUISTARON LAS INDIAS: Las indias los conquistaron a ellos, dijo Encarnación Quijada el día en que cumplió 99. Acto seguido murió, para que las dos ceremonias se celebraran al mismo tiempo. 

Sebastián Quijada cumplió con sus deberes de hijo único y de librepensador: un entierro católico para la familia y una botella del mejor brandy para él y sus únicos dos amigos: Hermes, su gato persa, y Heródoto, su dictáfono de bolsillo. 

En él dejó constancia de los sucesos con una de sus siempre lacónicas sentencias: 

“No tengo ya a nadie en el mundo. 
Pero el mundo sigue teniendo en mí a un investigador incansable.” 

2. 

Lo de investigador no le venía por científico ni por detective, aunque muchos lo consideraban una mezcla de ambos. Se dejó llamar “criminólogo“ en un encuentro de la Interpol en Montpellier, ciudad donde había pasado la mayor parte de su infancia como hijo de exilados, porque el azar había querido que prestase una vez sus servicios de traductor en el interrogatorio de un sujeto que creyeron terrorista pero que – gracias a la habilidad de su cuestionario- había confesado que sufría de piromanía compulsiva y tenía en casa la colección completa de Fantomas y diez biografías de Nerón. 

La ocasión le sirvió para ganarse el aprecio del inspector Deboeuf de la Sureté y obtener un permiso para portar armas de fuego y practicar tiro en club de gendarmes. Desde muy joven era aficionado a las novelas de Chandler. 

3. 

Fue en ese congreso donde conoció a Velásquez, el Jefe de Asuntos Indígenas de la Policía Criminal de Maracaibo. El cargo, escrito con letras doradas en relieve sobre la tarjeta de cartulina hilo en la que figuraba además el escudo de la “República Bolivariana de Venezuela” fue objeto de explicación confidencial por parte del sudamericano mientras bebían whisky en el bar del Hotel Ibis: 

- Es que vivo en una ciudad gobernada por los que vivían allí antes de que la ciudad se construyera. 

Fue eso lo que llevó a Quijada a dedicarse al estudio de los guajiros, o wayúus, y lo que produjo su comentario sobre los indios y la frase con que su madre se despidió del mundo un 17 de abril. 


4. 

Por lo poco que se conoce de la historia se puede conjeturar que Velázquez ofreció a Quijada un trabajo que describió en el informe oficial como “asesoría en materia de criminología tropical” : lo cierto y comprobado es que se hizo un ingreso en una cuenta en las Islas Cayman a nombre de “ Hermes Herodote Trust “ cuyo único firmante y beneficiario era Sebastián Quijada Villapiedra. 

5. 

María Virginia Belloso Urdaneta, heredera única del infortunio de una familia que en su tiempo se contó entre las más ricas y poderosas de Maracaibo, tenía, además de pedigree, sed de poder en la sangre. 

Fue tal vez eso, además de su belleza deslumbrante, su porte de reina y su inglés aprendido en Boston, lo que hizo que Avimaytu Gamero, el rey de los Guajiros, decidiera casarse con ella. 

La compró por doscientos mil dólares en metálico y las tres hipotecas que pesaban sobre la finca de sus padres una tarde de negocios como otras, cuando decidió que su verdadera mujer guajira y su hija podrían seguir viviendo en Palm Beach sin enterarse de la jugada que lo haría entrar en la sociedad como un aristócrata blanqueado. Si se blanquea el dinero... ¿Por qué no podría blanquearse también la piel de un wayú al que el horizonte del lago le quedaba pequeño? 

Sí, se casó con María Virginia, “La Niña de Maracaibo” como le decían sus hermanos, un Domingo de Ramos en la Basílica de la Virgen de la Chiquinquirá, conocida y querida por los feligreses como “La Chinita”. 

6. 

Porque Gamero tiene negocios importantes y reuniones a las que debe ir con una dama que sepa usar los cubiertos y conozca la diferencia entre Gucci y Dolce Gabbana. 

La próxima de esas reuniones tiene lugar en Ámsterdam. 
Velásquez, el policía que también se cuenta entre sus pertenencias, es el hombre del contacto. 
Y Velásquez le ha dicho que necesitan a un extranjero, a un hombre duro y agudo que sabe entendérselas con la Interpol y que habla francés: “los grandes negocios se hacen en francés” explica el policía. “¿Por qué crees que el champaña con que se celebran viene de Francia?” 

7. 

“Rey enroca con Torre y Dama se cambia por Dama” anotó Quijada en el dictáfono mientras revisaba en su antología ajedrecística una famosa partida de Alekhine contra Capablanca. Tal como él entendía el asunto, Gamero, el Rey de los Guajiros, lo contrataba a través de Velázquez para servir de intermediario entre los guajiros de la familia Gamero y María Virginia, la esposa “legítima” en términos sociales, pero “falsa” a los ojos de la tribu. 

Velázquez le contaba, entre whisky y whisky, que Gamero tenía que abrirse paso en el mundo pero que no podía cortar sus raíces de un tajo porque la savia de su talento para el comercio corría por ellas. 

8. 

Todo fue muy vago y confuso: Quijada sintió al día siguiente (además de la resaca, porque su bebida era el brandy y no el whisky, del que el venezolano le había hecho beber una botella entera) que aquello había sido sólo una conversación de borrachos. 

Pero de regreso a Málaga, donde su madre lo esperaba para celebrar el aniversario, recibió el paquete de fedex con el boleto de avión y el número de referencia del depósito en la cuenta bancaria. 

9. 

Mientras sobrevolaba el Lago de Maracaibo, célebre por sus batallas navales contra los piratas, su puente, su petróleo y por su relación con el nombre de aquel curioso país que pasó de colonial a saudita sin pasar por bananero, grabó con Heródoto su aforismo: 

“Algo me dice que mi paisano Alonso de Ojeda tuvo una intuición acertada, aunque torcida: más que Pequeña Venecia esto debía haberse llamado Pequeña Nápoles...los colores, la magia, la mafia y el contrabando tienen más de la embocadura de la bota itálica que de la lejanía de la “serenísima”... 

Recordó la frase clásica: “Ver Nápoles y después morir” y un escalofrío le recorrió el cuerpo. 

10. 

Pronto sabrá que aquello se parece muy poco a una partida de ajedrez donde las piezas se quedan quietas en sus casillas. Sabrá que la “Niña de Maracaibo” no tiene un solo rostro sino muchos y que El Rey Gamero, la Torre Velázquez y los peones que los rodean descubren en su juego que es más bien un baile, el oculto sentido de la frase de Ojeda: La Guajira no se parece a Venecia por lo clásico o lo altivo, sino porque es un carnaval tragicómico en que detrás de cada máscara hay más de una sorpresa.
Y más de un balazo también: en este far west no se usan winchesters sino kalashnikovs. 

11. 
El resto, es leyenda. En lengua wayúu, “autsi” quiere decir sueño...pero no hay palabra alguna para traducir por “realidad”. Y sin realidad no hay molinos, sólo viento. Es el viento del Catatumbo, con su incesante relámpago *, quien se llevó lo que quedaba de cordura del protagonista de esta gravísima, altisonante, mínima, dulce e imaginada historia. 

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